LA CAÑA PERFECTA

La perfección existe. El problema es llegar a un acuerdo, y así, que si rubias o morenas, Messis o Ronaldos, Mahou o Cruzcampo, podemos poner sobre la barra nuestros mejores argumentos y dotes de persuasión que nunca convenceremos al otro.

En el caso de la cerveza, además, la perfección va por barrios. Los expertos, como Rafael San Emeterio, distinguen entre Tiraje Sevilla, el propio de la Cruzcampo, que hace que la cerveza tenga menos gas y sea más ligera y refrescante, perfecta para los benditos cuarenta grados, y el Tiraje Madrid, osea, el de la Mahou, en el que tras una pausa, se añade la “crema”, la  espuma que hace que sea más densa, amarga y con más acidez, de forma que marida mejor con la comida.  Y aunque nunca haríamos ascos a una buena jarra de Mahou con un bocadillo de calamares en la Plaza Mayor de Marid, o con un plato de gallinejas y entresijos por el Paseo del Santo, la caña perfecta, en La Tertulia, es de Cruzcampo.

Caña dorada con su corona de espuma a las dos de la tarde de un sol de domingo de enero que te compensa de una semana de pies fríos y nariz roja. Caña glacial de las diez de la noche de verano repicando en la Torre y ese calor que sube de las piedras de la Plaza Chica abrazándote, haciendo el aire tan espeso que prolonga las pieles dos centímetros más allá. Caña perfecta con amigos, miradas cómplices, carcajadas.

Pero la perfección vive en los detalles, y la caña no es perfecta sin un plato de patatas de Los Coritos de Feria, doradas, crujientes, en su punto de sal, que se deshacen entre la lengua y el paladar. Todo un placer.